lunes, 25 de mayo de 2020

La Revolución de Mayo - Científicos del Palo


Napoleón e Inglaterra,
se reparten la Tierra.
Y en América, los españoles,
nos venden a Cristo y sus apóstoles.
La "Madre Patria" saquea y mata
en el Virreinato del Río de la Plata.

Mientras el pueblo echa a los ingleses,
ve que el imperio no es lo que parece.
Cuando se cae la Junta de Sevilla
los criollos saben que ha perdido su silla.
Las familias patricias, genuflexas,
van para atrás, piensan en reversa:
esos cipayos, entregadores,
siempre del lado de los conquistadores.

Cae la lluvia
y cae el Virrey:
la Junta es ley.
La legión infernal
frente al Cabildo.
En la Plaza Mayor
son como seiscientos.
"¿Dónde está el pueblo?",
se burlan los gallegos.
"Váyanse", dice French,
"o los prendemos fuego".

Saavedra es el títere de la Alta Sociedad,
Castelli y Belgrano van por la Libertad.
Moreno quiere para el Estado un "abrigo",
expropiando riquezas del enemigo.
Quiere hacer fábricas ese abogado
y en un barco "pirata" morirá envenenado.

Llegan gobiernos centralistas,
y al interior lo pierden de vista.
Buenos Aires tiene la aduana,
y no repartir está en la naturaleza humana.

- CIENTIFICOS DEL PALO - 

lunes, 18 de marzo de 2019

Carta de Julio Cortázar a Alejandra Pizarnik.


París, 9 de septiembre de 1971

Mi querida: Tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo apunto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza -y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte.

Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria.

Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra. Escribíme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.

Julio